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Victoria Pereira en la Mesa sobre Marco Político y contextual del proceso nacional de la comunidad afro-uruguaya con perspectiva de género y juventudes |
DISCURSO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA JUVENTUD AFRO
Buenos días a todos y todas las personas presentes.
Quiero compartir con ustedes, que para mi es una gran responsabilidad estar hoy en esta mesa hablando sobre el tema juventud.
Y esto se debe a que nuestra comunidad presenta mayoritariamente un nivel de población joven, con un promedio de edad de 29 años.
Mientras que en el país se experimenta un proceso general de envejecimiento, correspondiente entre otros factores al aumento de la esperanza de vida, la diminución de la tasa de natalidad y la emigración de jóvenes al exterior. La población afrodescendiente presenta datos demográficos que no se corresponden con esta tendencia; la tercera parte de la comunidad es menor de 15 años. En contraposición con el resto de la sociedad contamos con mayor número de jóvenes, tasas de fecundidad más alta y menor esperanza de vida al nacer.
Por aquí podemos detenernos y pensar algunas cuestiones: ¿Qué hace que en Uruguay haya esta tendencia al envejecimiento? ¿Qué rol tienen las políticas públicas en esto?
Se pueden establecer algunas hipótesis que resultan casi evidentes, y es que por ejemplo el aumento de la esperanza de vida al nacer y la baja tasa de natalidad, dan cuenta de políticas públicas –sobre todo políticas de salud- que han evolucionado y aumentado su accesibilidad a casi toda la población uruguaya.
Ahora podríamos interrogarnos ¿Por qué la población afro-uruguaya presente datos inversos a la demografía nacional? ¿Cuál es la accesibilidad que esta población joven tiene a las políticas públicas?
Quisiera dejar estas cuestiones planteadas, y adentrarme un poco en el tema que me convoca juventudes.
¿Y porqué hablar de juventudes y no de juventud?
Algunas investigaciones revelan que en América Latina existen diversas formas de vivir la juventud; por ende se habla de juventudes, en tal sentido se reconoce por ejemplo que no es igual ser joven en el medio rural y serlo en al ámbito urbano.
En esta línea podemos observar que ser afrodescendiente en sí, se torna en una realidad particular en un país envejecido en el cual la colectividad afro es joven y perteneces a las “minorías”.
Ahora bien, me es necesario explicitar algunas nociones existentes sobre juventud para poder continuar con el discurso.
Desde una perspectiva hegemónica se ha concebido a la juventud como una etapa de transito, preparación para el futuro y preparación para la toma de desiciones. Sin embargo esto no es universal para todas las personas ya que algunos pasan casi directamente de ser niños a ser adultos, (asumiendo roles de padres, jefe/a de hogar muy tempranamente).
Esta visión hegemónica de juventud ha sido replanteada y actualmente desde el propio Gobierno se está comenzado a mirar las diferentes maneras del ser joven, aunque todavía falta camino para mirar la realidad de la juventud afro.
Se pude hacer alusión a la concepción que plantea Verónica Filardo, quien dice que hoy “se acepta que (la juventud) es un lapso de alta intensidad de ocurrencia de eventos definitorios de las trayectorias futuras. En este período vital se «juega» la integración social”, entre esos eventos se resaltan la constitución de domicilio diferente al hogar de origen; la edad al tener el primer hijo; la edad al primer empleo de más de tres meses de duración y la salida del sistema educativo.
Ahora bien, si aterrizamos estos conceptos a la realidad de la juventud afrodescendiente, se puede apreciar que en su mayoría los y las jóvenes afro atravesamos por estos eventos trascendentales en la vida de cualquier persona de forma inmediata a la niñez, o a la primera adolescencia.
Al respecto se tiene por ejemplo un alto nivel de varones afros de entre 14 y 24 años vinculados al mercado laboral, lo que se corresponde con la baja representación en el sistema educativo. En el caso de las mujeres afro de este cohorte de edad el nivel de ocupación no están alto pero si hay una alta representación en la tenida del primer hijo.
Esto tiene que ver muchas veces con el contexto en el que se esta inmerso, en donde el constituir una nueva familia –se presta como estrategia de sobrevivencia. Pero también responde a un proyecto de vida que la persona quiere para sí; claro que este proyecto esta estrechamente vinculado con las oportunidades que se tiene.
Entonces quisiera que nos cuestionemos ¿qué caminos le queda a un/a adolescente de 15 ó 16 años, que vive con sus padres, varios hermanos menores a él y se hace muy duro en su familia el comer y el vestirse? El empleo es percibido en este entorno como un atractivo para solucionar estas cuestiones inmediatas. Pero ¿cuáles son las condiciones laborales que el mercado ofrece a un joven u adolescente que solamente por su edad se sabe que no cuenta con un gran nivel educativo?
La constitución de una nueva familia puede presentarse también como una estrategia de emancipación.
Pero bien es sabido que quienes mas tempranamente ingresan al mundo adulto, lo hacen en peores condiciones y con menores recursos.
Ahora bien, estas cuestiones son un hecho y son la realidad que le esta tocando vivir a gran parte de los jóvenes afrodescendientes, no lo podemos negar, ni dejarla a un costado.
Como joven pienso que el planteo tiene que estar puesto en como hacer para acompañar a estos jóvenes y abrir el campo de posibilidades para que tengan más y mejores herramientas para desempeñarse a lo largo de su vida. Y es bien importante señalar que los joven no dejan de ser jóvenes o adolescente porque están transitando por un embarazo o porque tiene familia y trabajan.
A esto se le suman varias cuestiones como el tema de la sexualidad, preguntarnos ¿en qué condiciones nuestros jóvenes entran a una etapa de plenitud sexual? ¿En que lugares tienen sus primeras relaciones sexuales? ¿Qué pasa con la intimidad? ¿Cómo afecta esto también a la autoestima? ¿Con que herramientas efectivamente contamos como colectivo para entender y atender a estas cuestiones?
Para ir cerrando con este discurso en donde ya hable mucho sobre las preocupaciones y los aspectos más negativos que nos están tocando vivir a los jóvenes afrodescendientes en la actualidad, quisiera ahora referirme a otras realidades que también hacen parte de quienes somos los jóvenes afro y deben ser tenidas en cuenta para pensar el tipo de integración queremos con nuestro colectivo y con la sociedad en general.
Es innegable en este sentido hablar del mayor acceso a las tecnologías y a las herramientas de comunicación a las que accedemos con mayor frecuencia los jóvenes. Esto puede ser visto como un plus, una ganancia de la época que nos toca vivir; pero también debe ser revisado cautelosamente. Ya que en la medida en que estos sistemas tecnológicos nos mantienen comunicados, nos mantienen inmerso en redes y se va generando una identidad “común”, en realidad se nos asimila a una identidad hegemónica, que nos bombardea constantemente con estereotipos e imágenes de como tenemos que ser y vernos y que lugar ocupar.
En este contexto opino que reivindicar que se informe sobre la identidad y la historia afrodescendiente es un derecho y una obligación tanto de la comunidad como del estado en general. Lo jóvenes debemos tener acceso a la cultura afro en todas sus manifestaciones más allá del conocido candombe; porque esto nos permitirá posicionarnos y valorarnos diferente a lo que se nos esta acostumbrando hacerlo.
Ahora sí, para finalizar quisiera mencionar que los jóvenes afrodescendientes mantenemos reivindicaciones que son viejas en el colectivo, pero también tenemos necesidades que son propias de nuestra época, por ellos es importante que desde el propio movimiento se promueva la participación, lo que trae aparejado negociar lugares de poder, para poder tomar decisiones conjuntas de hacia donde queremos ir como colectivo.
EL RECAMBIO GENERACIONAL ES CONDICIÓN NECESARIA PARA LA SOSTENIBILIDAD DEL MOVIMIENTO, PROMOVERLO ES NUESTRO COMPROMISO!!!